IGLESIA "EL BUEN PASTOR"
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EN LA MORADA CELESTIAL

En el atardecer del miércoles 16 de Abril del 2008, los ángeles del Señor abrieron paso para el gran encuentro entre la amada y Su Amado.
Alrededor de las 19:30 hs partió hacia la presencia del Padre, nuestra amada pastora Lucia de Figueroa.
Después de un largo período de inestabilidad en su salud, debido a un cancer declarado que poco a poco le fue absorviendo las energías de su cuerpo, pudo encontrar en los brazos del Señor la paz definitiva.
Una "pionera" como se la llamó, fue capaz de desafiar la austeridad de estas tierras patagónicas, ya desde su juventud, recorriendo, caminando, golpeando las puertas, llevando el mensaje del evangelio a donde el Espíritu Santo la moviera.
Madre de cuatro hijos: Eduardo, Rosana, Claudio y Martin. Junto a su esposo Emilio pudieron con la Ayuda de Dios superar las dificultades del ministerio, bregando siempre para forjar en sus hijos "Siervos útiles y entregados al servicio de la iglesia".
Amante intercesora, una guerrera, una "capitana espiritual" infatigable, obediente, atenta, luchadora, aguerrida...sembró en las mujeres que conoció, la pasión por ponerse en la brecha a través de la oración. Forjadora de "las casas de oración" y estratega en su lucha contra el enemigo, reclamando lo que él nos ha robado.
Amante maestra de la Palabra, cada prédica era una enseñanza clara y concreta del mover de Dios en nuestras vidas y de los recursos que tenemos para mantenernos firmes en la fe hasta el día que el Señor nos lleve.
Humilde, respetuosa por los ministerios de la iglesia, no sólo supo tener la palabra consejera sino también el respeto de saber escuchar las palabras entregadas por el Señor a través de los "vasos nuevos" que se iban añadiendo y experimentando "las cosas del Padre".
De Lucía podría seguir escribiendo mucho más pero por ahora rescato lo que un Pastor habló en sus palabras de despedida en el cementerio..."vidas como las de Lucía deberían ser agregadas al libro de los Generales de Dios"
Ella cosechó y no verá la siembra pero el Señor respaldará su esfuerzo y su trabajo en los frutos de la cosecha.

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